Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio

[Proverbio indio]

La mentira sí tiene precio

"Hay que contrastar al menos tres veces las fuentes" nos dicen a los alumnos de periodismo continuamente los profesores de muy distintas asignaturas. Y cuanta razón llevan. Desde el primer momento que decidamos ser profesionales del periodismo hay que tener claro que la esencia de un buen periodista es su credibilidad. No sólo peligra la veracidad de un determinado artículo, también el empleo que se pueda tener, la honorabilidad del medio de comunicación, todo la carrera como profesional.
Todo esto no es ficción, hay historias reales que lo demuestran como la del (ex)periodista Stephen Glass, un joven brillante y con una gran carrera por delante. Sin embargo, se descubrió en 1998 que se inventó 27 artículos de los 41 que escribió para la revista "The New Republic". Todo era fruto de un ingenio y de una imaginación sin igual, mezclado con un momento de gran estrés en su vida. No obstante, no hay justificación posible para sus mentiras y para su incapacidad para asumir en un primer momento su error. La propia revista fue quien revisó sus artículos y dictaminó la falsedad tras su investigación.


Las sospech
as se iniciaron con su artículo Hack Heaven (Paraíso hacker), que despertó primero la envidia y luego la sospecha del periodista Adam Penemberg, del diario electrónico Forbes.Com. Para ocultar el engaño Glass llegó a crear una página web (JUKT MICRONICS) como prueba de sus contactos. El medio digital publicó un artículo acusando del engaño cometido. Este descubrimiento supuso un impulso para los medios digitales, que podían consolidarse como medios fiables y de calidad.
Resulta paradójico que las informaciones de Glass superaran el sistema de filtros de la revista. Todo era revisado por editores quienes evaluaban la calidad y el contenido de la historia. A continuación se verificaba cada dato o fuente y los correctores cuidaban el lenguaje. Y luego, una vez que se imprimía un borrador, todo el proceso se repetía una vez más. Pero el proceso tenía un fallo: descansaba demasiado en las notas personales del periodista.

Toda esta historia de película llegó a los cines en 2003 con la película "Shattered glass" (El precio de la verdad), en la que se recrea lo vivido por Glass hasta que lo despiden. El modo de presentar los hechos provoca una mezcla de desdén y admiración por el protagonista, que ha sacudido mi conciencia como periodista. A los pocos años Stephen Glass publicó el libro "The fabulist" (El fabulador), novela en la que cuenta en primera persona su propia experiencia.

De toda esta historia, debemos aprender que la regla número 1 de un periodista es contrastar las fuentes. Nunca se puede mentir. Hace falta un respeto escrupuloso a los códigos deontológicos.

1 comentario:

El Toro de Barro editorial dijo...

Esto no será la primera vez que ocurre, ni la última.
Me alegro mucho de haber encontrado una paisana que tiene algo que decir y que, además, sabe como hacerlo.

Un beso
carlosmorales59@yahoo.es